sábado, 27 de agosto de 2011

Croupier, de Mike Hodges (1998).


Jack Manfred (Clive Owen) es un aspirante a escritor cuyo primer encargo, una novela acerca del fútbol, no le ilusiona demasiado. A fin de poder ganarse la vida para dedicarse a la escritura y no depender economicamente de su pareja: Marion (Gina McKee), Jack decide aceptar un trabajo como croupier que el granuja de su padre le ha conseguido en un casino de medio pelo en Londres.
Una vez situado en su nuevo empleo, Jack se dará cuenta que las experiencias vividas durante sus turnos son la base perfecta para un libro, sobretodo cuando nuevas relaciones y situaciones vuelquen su vida por completo.


A un tipo como Mike Hodges convenía tenerlo siempre bajo vigilancia porque el autor detrás de prodigiosos thrillers como Get Carter o Pulp podría pegarte un balazo cinematográfico en cualquier momento. Y esto fue lo que sucedió en 1998 cuando el veterano realizador inglés nos disparó esta película directa a la cabeza.
Lejos queda el impacto camp, kitsch, o como se diga de la "mítica" Flash Gordon; Hodges y Owen nos devuelven la frialdad cool que destilaba Get Carter en términos de dirección e interpretación. Como resultado tenemos una cinta engañosamente fría que narra una historia o, según se mire, dos. 
La narración en off nos cuenta tanto lo visto en pantalla como lo escrito por Jack en su novela, cambiando el papel protagonista por el croupier Jake, esto da pie a un juego metatextual (¿es apropiado el término?) donde no sabemos hasta que punto lo que vemos es realidad o ficción salida de la cabeza del narrador de este Noir moderno.
No esperéis acción sin freno, grandes vuelcos argumentales o sorpresas gigantescas a lo Jólibuz, los acontecimientos se mueven por derroteros más modestos y la revelación final se maneja en el mismo tono. Como ejemplo dejo la frase final del narrador/protagonista de este film que se ha convertido en un clásico instantáneo para mi.

El croupier había cumplido su misión, se había convertido en un maestro del juego.
Había adquirido el poder de hacerte perder.


En 2003, Hodges realizó su último disparo acompañado otra vez por Clive Owen. Pero Im sleep when I´m dead (con un punto de partida calcado al de Get Carter) solo causó una herida superficial que ya comentaré en este espacio.

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