Y llegó el día, solo me queda rememorar otros tiempos, cuando uno se creía un regalo de los dioses para la humanidad, cuando uno tenía 18.
La triste realidad es que esos días ya no volverán, tengo 30 y todavía no soy millonario, ni estrella de rock, ni el salvador de la humanidad que creía que sería al llegar a adulto. Que vida la mía.
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